Por @juanjosecamposL
juanjosecamposloredo1@gmail.com
“A partir de cierto punto no hay retorno.
Ese es el punto que hay que alcanzar”.
Franz Kafka


¿Cuántas preguntas puede realizarse un hombre en la parca soledad de una oficina? ¿Cuántos deseos que se omiten?; y ¿si ese hombre- aparte- está solo y con su presencia anodina, sin aparente sentido por el estar, vive en la discordante monotonía de la vida rutinaria? Ahí, las posibilidades de que la nada construya más allá de lo innimaginable, de lo que anima el casi imperceptible tecleo de un telégrafo; y a partir de ahí, el abrir las ventanas para esas percepciones que surgen de nuestros más anhelados y ya olvidados deseos. Así la vida ocasionalmente. Así la presencia de las cosas. Así la vida y la nada de Petreck Boll, personaje que conocimos en el cuarto día del 14º. Festival de Monólogos “Teatro a una sola voz” en el Teatro Polivalente del Centro de las Artes de San Luis Potosí en el marco de la presentación de la obra “Ik dietrick fon, el inusitado romance de Petreck Boll”

Petreck (interpretado por Martín Tadeo Zapata, hijo del dramaturgo, director y también actor, Martin Zapata, creador de esta pieza), es un hombre que dice mucho (literal) y dice tan poco (también literal). Sombrío, de cierta parquedad, en trabajo anodino como tantos que pueden haber (aquí él, en una antigua oficina de telégrafos), ve pasar sus días en la infame opresión de esa labor de ambiente kafkiano – citando quizá el lugar común- donde como a Joseph “K”, la vigilancia y seguimiento del opresor sistema laboral, lo mantiene en un constante movimiento entre el hacer y- paradójicamente- el ya no hacer nada. Vendrá de manera inesperada Zarah, esa “hermosa” mujer que le brindará color a su vida y una ilusión que lo desmarcará de la agobiante rutina de cada día.

El maestro Martín Zapata (Premio Juan  Ruiz de Alarcón 2018), muestra un trabajo metódico con un trazo escénico finamente diseñado dentro de su espacio totalmente minimalista. Solo una silla. Y solo la presencia de un actor. Esos artilugios que pueden configurar de manera contradictoria el “sujeto” (Petreck), el  “espacio vacío” (¿?) y un “objeto” (la simplicidad de “la silla”), dan línea para que este actor desarrolle en progresivo, este “insólito romance”, donde podemos disfrutar paradójicamente con lo dicho anteriormente, de la creación de personajes disímbolos, desde aquellos que son parte de su cotidianidad, como de aquellos con los que se irá encontrando. En un bagaje de recursos vocales y corporales, cuyo sumo cuidado en su diseño, elaboración y ejecución se vuelve por momentos fascinante, Zapata nos permite, en conjunción con Martín Tadeo, el disfrute de una historia que se va tejiendo lenta, meticulosamente, “a punta de cincel”, con el uso de dos lenguas, que conviven en franco equilibrio para llevarnos de paseo, por esos senderos lingüísticos cuya fluidez nos adentra en ese misterio que cocina un ambiente de soledad compartida.

Por momentos sentimos que no existimos. Que el actor cuenta su historia ajeno a nosotros. No pudiera quizá decirse que sea esto un defecto o un  acierto. Simplemente sucede. Así se da. Y en ello, se logra una extraña comunión entre quien narra y quien solo observa  esta danza actoral de situaciones, donde ese final- quizá, si, quizá- posiblemente más que previsible (pero no por ello desdeñable), nos hace esbozar una sonrisa, nerviosa, incrédula, donde llegar supuso perfilar un viaje de conexiones con esa soledad de un tal Petreck, ese apocado y "olvidable"  oficinista, cuya vida, como la de tantos, se pierde en la locura cotidiana del entresueño y la vigilancia del amor que, espejismo propio de la irrealidad, llega y se fuga (así en él, así en quienes observamos, finalmente espejeados), entre las líneas de ese personaje gris que refleja la inconsistencia vana de cada uno de nosotros.


MARTÍN ZAPATA
Dramaturgo, director y actor (1956).
Premio Juan Ruiz de Alarcón 2018. Realizó estudios teatrales en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM, Centro de Formación y Producción Teatral y en El Foro Teatro Contemporáneo. Estudió la Maestría en Literatura Mexicana en el Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Literarias de la U.V.
Con sus obras y espectáculos –ya sea como director, dramaturgo o actor- ha participado en festivales, giras y temporadas en la mayor parte del país y américa del norte.
Ha recibido premios como director y dramaturgo y sus obras se encuentran publicadas en diferentes editoriales. Ganó la beca del FONCA y el PECDA Veracruz en diversas ocasiones.
Actualmente es miembro del  Sistema Nacional de Creadores y Director de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana.
Es autor de Camino a Fort Collins (Premio Bellas Artes de Baja California), El insólito caso del Señor Morton, El dolor debajo del sombrero(2005), Soneto para dos lamas en vilo (2012) y El siniestro plan de Ventila Radulezcu (2011).



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