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TANNHÄUSER O LA OCRE Y CONFUSA PASIÓN DE UN TROVADOR

Por Juan José Campos Loredo
@juanjosecampos

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Extremo izquierdo: Peter Mattei (Wolfram), al centro, Johan Botha (Tannhäuser), a la derecha, Günther Groissböck (Terrateniente Hermann) Eva-Maria Westbroek (Elisabeth)Foto: MET 2015
Tannhäuser o también conocida como “Tannhäuser y el torneo de cantores de Wartburg”,  ópera romántica en tres actos, con libreto y musicalización del Richard Wagner (1813-1883), tuvo su estreno con dos versiones: en el Teatro de la Corte de Dresden 1845 y una adaptación en versión parisiense en la Ópera de París en 1861, esta última incluyendo un ballet y la aparición de la diosa Venus en los momentos finales de la ópera, llegó a la sala del Centro Cultural Universitario Bicentenario CC200, como la tercera transmisión en vivo desde el MET de Nueva York.

Parte de lo que nos dice a grosso modo el programa de mano: La trama tiene lugar dentro y en los alrededores del castillo de Wartburg en Turingia, en el centro de Alemania, escenario de un legendario concurso de canto del siglo XIII y también hogar de Santa Isabel (Elisabeth) de Hungría (1207-1231), esposa del terrateniente de Turingia. Cabe destacar que este lugar está relacionado también con Martín Lutero, quien allí tradujo el Nuevo Testamento del griego al alemán.  De igual manera, la acción también se lleva a cabo en la mítica gruta de Venus, la diosa del amor. Wartburg, espacio donde la dicotomía cristiano-pagana se expresa como núcleo central de la ópera. 

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Johan Botha (Tannhäuser) y Michelle DeYoung (Venus)Foto: MET 2015
Con un  reparto encabezado por el tenor experto en roles wagnerianos, el sudafricano, Johan Botha en el papel del trovador Tannhäuser, protagónico basado en un legendario trovador (minnesinger) del siglo XIII, muestra a ese confuso enamorado que se debate entre los placeres que le convida la sensualidad de la diosa Venus (una, en efecto muy sensual mezzo- soprano, la estadounidense Michelle DeYoung) y aquel, que pese a la moralidad de lo terrenal, le conmueve y extraña, el amor de la bella y cándida Elisabeth, personaje inspirado en la histórica Santa Isabel de Hungría, esposa del terrateniente de Turingia, encarnada por la soprano holandesa,  Eva- María Westbroek por quien se bate en un duelo de cantores con el digno Wolfram, en la tesitura del barítono sueco,  Peter Mattei y la imponente presencia de bajo austriaco, Günther Groissböck como el Terrateniente Hermann, quien convoca a este certamen en un juego mítico entre lo sagrado y lo profano.

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Foto: MET 2015
Con una casi escolar danza inicial donde jóvenes bailarines son puestos en una muy complaciente y conservadora escena “carnal”, supuestamente invitando al bacanal pero aquí adornado como mera pintura de estilo renacentista, en esta producción  a cargo de Otho Schenk, destaca ese cuidado plástico que en sus tonos ocres y pardos permanentes, llegan a abrumar y hasta cansar la pupila, sin dejar de destacar lo preciosista y bellamente armonizada decoración y bien pulidos vestuarios. Cosa aparte la excelente escena del torneo de canto donde la organización y ensamblaje de los presentes, se ajusta de manera visualmente poderosa y fluye con gran ritmo de parte de los intérpretes, generando la tensión necesaria para mantenernos atentos.

Tannhäuser / Wagner. 
Director de orquesta: James Levine. 
Producción: Otto Schenk. 
Michelle DeYoung (Venus)
Foto: MET 2015
Bajo al batuta del gran director nacido en Cincinnati, Ohio, con más de 40 años como director musical del MET, el siempre enérgico y entusiasta maestro  James Levine, quien pese a las dudas sobre su ejecución debido a su estado de salud a sus 72 años y que como bien se sabe, se recrudecieron debido a la muy documentada caída que sufrió en 2011 y le ha generado desgastes frecuentes, ello, no fue impedimento para verlo desde su podio especial donde, sentado, dirige con la fuerza y armonía que esta partitura requiere; con firmeza, pero no aquella de la desbordada  energía perse, sino una que permitía escuchar una orquesta amalgamada en texturas que no dejaron de envolvernos ya en el acompañamiento de esos espacios de éxtasis y de amor por un lado tórridamente sensual y en el otro, desde la visión del amor conservador, puro y netamente virginal, hasta la tensión del torneo del segundo acto y la culminación de ésta tragedia, amalgamada de sutiles sonoridades.

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Eva-Maria Westbroek (Elisabeth)Foto: MET 2015
Con escenas lánguidas en el primer acto, que parten de mostrar ese espacio donde se regocijan Tannhäuser y la hermosa Venus así como su renuncia que lo lleva a retornar al mundo terrenal y ya en este, la fuerte y portentosa melancolía interpretada de los peregrinos, esta ópera nos lleva en el segundo acto, a la efervescencia de los acontecimientos del torneo de cantos donde el trovador se enfrenta a su más preclaro enemigo de amores. Destaca, como ya mencionamos, la escena del torneo de cantos que da título a la pieza, donde el honorable Wolfram asume una presencia preponderante, ante la insolencia del trovador Tannhäuser, el cual expone sin pudor ante los muchos asistentes del encuentro, el terrateniente Hermann y sobre todo, la presencia de su amada Elisabeth, sus preferencias por el amor liviano, por el deseo carnal, causando fuerte revuelo por lo que la comunidad considera como meras blasfemias, enfrentándolo ya como un claro pecador y obligándolo a dejar el lugar para ser conminado a unirse a los peregrinos en la esperanza así, del perdón necesario debido a sus “livianas inclinaciones”.  

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Foto: MET 2015
Ya en el tercer acto, en el dolor de perder a su amado, Elisabeth prefiere morir que no saber nada del trovador y ante la tristeza de Wolfram quien también le amaba, ella asume lo que ve como su trágico destino: la muerte a no volver a ver a su trovador. Negada la absolución del Papa, quien afirma que así como su viejo báculo no florecerá jamás, el sufrido Tannhäuser asume que el tampoco obtendrá el perdón divino. Anhelante de regresar a los brazos de Venus, antes la repentina aparición de esta, desiste de este deseo al escuchar el nombre de Elisabeth de boca de su enemigo de amores. Observa incrédulo la marcha fúnebre que lleva el cuerpo mortal de la bella virgen y muere de dolor. La llegada de unos jóvenes peregrinos con el báculo papal florecido, culmina esta historia de redención y amor.

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Foto: MET 2015
Una gran interpretación de Johan Botha, pero de una expresividad que mata. Escucharlo, un deleite, total, pero una actuación que se vuelve pura presencia y nula interpretación como quizá uno desearía. Michelle DeYoung, poniendo el cuerpo y la solvencia por delante, sin hacer el mayor esfuerzo, pero que se disfruta su muy madura sensualidad. Una Eva- María Westbroek, la Elisabeth de esta propuesta que no desmerece, pero que tampoco logra emocionar en lo que para ella es un nuevo personaje a su repertorio, poco a poco tomando fuerza como una experta, al igual que Botha, de la obra wagneriana.

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Peter Mattei (Wolfram). Foto: MET 2015
Destaca profundamente la fuerza y calidez interpretativa de Peter Mattei en ese rol de quien sacrifica su amor por la redención de su amigo y pese a las breves apariciones, Günther Groissböck impacta con esa voz que sostiene y fortalece con mucho esta parte intermedia de la ópera.

Tannhäuser / Wagner. Director de orquesta: James Levine. Producción: Otto Schenk. Günther Groissböck (Terrateniente Hermann) Eva-Maria Westbroek (Elisabeth)Foto: MET 2015
Una puesta sobre una partitura de historia sencilla, que cumple pero que deja esa sensación de quedar a deber y que se sostiene, en lo principal, pese a su aparente desequilibrio representacional, por los cantantes y la batuta del gran Levine.

Una más las proyecciones desde el MET de Nueva York, en el escenario del Centro Cultural Universitario Bicentenario.

Visita nuestra fanpage de agenda cultural:


Tannhäuser / Wagner
31 de octubre / 10:00 horas.
Duración aproximada 4:31 horas.
Compositor: Richard Wagner.
Libretista: Richard Wagner.
Director de orquesta: James Levine.
Cantada en alemán.
Fecha de estreno: 1845 en la Ópera Semper, en la ciudad de Dresde, Alemania. La versión revisada fue estrenada en la Ópera de Paris en 1861.

REPARTO:
Elisabeth – Eva-Maria Westbroek.
Venus – Michelle DeYoung.
Tannhäuser – Johan Botha.
Wolfram – Peter Mattei.
Terrateniente Hermann – Günther Groissböck.
Producción: Otto Schenk.
Diseño de escenografía: Günther Schneider-Siemssen.
Diseño de vestuario: Patricia Zipprodt.
Diseño de iluminación: Gil Wechsler.
Coreografía: Norbert Vesak.

La Música.
Gran parte de la partitura de Tannhäuser pertenece a la corriente de ópera romántica, que Wagner desarrolló y trascendió en el transcurso de las décadas venideras, hasta llegar a la estética operística des sus dramas musicales posteriores. En esta ópera Wagner amplió los modelos del mediados del siglo XIX sobre melodía y forma, llevando su música a niveles sin precedentes, en la escritura tanto vocal, como orquestalmente. La narrativa dramática del protagonista en el tercer acto, en la que abandona la melodía convencional a favor de una estructura basada en el discurso, apunta claramente a los trabajos posteriores de Wagner que aun siguen siendo muestra de modernidad.

Historia en el MET.
De las 471 funciones de Tannhäuser, entre el estreno de la compañía en 1884, hasta la más reciente reposición en el 2004, tal vez, una de las funciones más emotivas, fue la que sucedió el 22 de enero de 1943, cuando la soprano australiana, Marjorie Lawrence, después de dos años de lucha contra la polio, regresó a los escenarios, interpretando el papel de Venus, retomando, esa noche inolvidable, su carrera operística, conciertos y la enseñanza.





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“OTELO” DE VERDI DESDE EL MET EN EL CC200…o cómo exprimir la emoción desde la primera nota.

Por Juan José Campos Loredo
@JuanJoséCampos


Leer el texto de “Otelo” de William Shakespeare siempre me ha sido un deleite. Los personajes base, como la siempre deseable Desdémona, que en su aparente inocencia la hace apetecible a cualquier depredador y por ello, ni como negar el celo brutal que despierta en el moro portentoso pero estúpidamente influenciable (como cualquiera de nosotros podemos ser estúpidos de esclavizarnos de nuestros más brutales deseos) que es Otelo y más, con la insidia, la gozosa perfidia del truculento y fascinante Yago, el antagonista/protagonista por excelencia de los tejes y manejes de las pasiones humanas. Soberbio personaje y por ello, siempre complicado.

En esas estaba el sábado 17 de octubre, con la total disposición para ver un descifrado más a este texto, pero en su versión operística, uno que si bien para los neófitos, puede ser empalagoso, un verdadero dramón, esta composición del buen Giuseppe Verdi, es un agasajo propio de su época y que nos remarca que el romanticismo nunca, cuando está bien hecho, podrá desgastarse y desgastarnos. Todos tenemos algo de apasionados destructores. Y así, me dispuse a ver la segunda de la Temporada 2015-2016, dentro de los ya conocidos Sábados de Ópera en Vivo desde el MET de Nueva York en el Centro Cultural Universitario Bicentenario de la UASLP, en esta ocasión con “OTELO” (Otello), ese drama lírico en cuatro actos, composición de Giuseppe Verdi, bajo el libreto de Arrigo Boito, según “The Tragedy of Othello, the Moor of Venice”, estrenada en la Escala de Milán el 5 de febrero de 1887.

¿Qué decir de este montaje? Me dejó sentado. Sumido en la butaca sin movimiento. Sin parpadear. Abriendo mis oídos más y más ante tan vibrante puesta en escena. ¿Espectacular? ¿Intensa? ¿Vibrante? Para mí, eso y más: una verdadera delicia. Con la historia situada originalmente en la isla de Chipre del siglo XV, ésta, como “representación periférica del poder europeo, siempre en constante amenaza de un adversario hostil, el Imperio Turco”, reza el programa de mano, se avientan aquí a “actualizarla” al situarla en el siglo XIX, según versión de su director escénico Bartlett Sher, en un castillo de cristal en constante movimiento, donde la frialdad aparente de esta impresionante escenografía compuesta por enormes módulos de cristal, van generando los espacios en sus emplazamientos, envolviendo las escenas en una atmosfera que por un lado muestra la fragilidad y por otro, esa enorme vulnerabilidad en la que las pasiones humanas pueden colocarnos. Suena a cliché barato. Pero funciona la cosa. Se ve bonita, ayuda y da cierta agilidad al montaje.

Inspirada como bien sabemos en el texto del genio inglés W. Shakespeare, está ópera –que llega en el momento en que se cuenta que la del simpático Rossini gozaba de gran popularidad-, significó un reto para Verdi y Boito, quienes se dice, se vieron fascinados por la figura antagónica, Yago (¡¿Quién no?!), el alférez del comandante de la flota veneciana, gobernador y lugarteniente de Venecia en Chipre, el moro Otelo, razón por la cual estuvieron tentados a llamarle a esta ópera bajo el nombre de “Yago”. Pero bueno, también temerosos de que ello fuera a verse como una mala estrategia donde se pudiera pensar que les daba temor la joya de Rossini y que desde ahí, si sus propios creadores no le daban el voto de confianza, pues que podría pensar el mismo público: “Si la han nombrado distinta, seguramente es que sea una mala obra”, pudiéramos pensar era lo que pasaba por la mente de los dos autores de esta nueva composición. ¿Ponerle otro nombre para ocultar un posible fracaso? No estaba de más prevenir que lamentar y así, Rossini parecía dormir tranquilo con su exclusivo al momento, Moro al ladito.

Pero no. Dándose finalmente un voto de confianza, Verdi y Boito, ya definido el proyecto que Verdi arrancara desde 8 años antes, en 1879, decidieron enfrentar el riesgo y la llamaron con el nombre original que indicaba la obviedad, esto es “Otelo”, dispuestos a afrontar las probables comparaciones. ¿Y qué pasó? Mucho. Para su satisfacción, esta nueva versión de “Otelo”, gozó de inmediato de enorme popularidad, desechando los temores del compositor y del libretista, destacando por sus propios méritos y convirtiéndose en una de las piezas operísticas, donde los interpretes de los roles protagónicos son exigidos, al máximo debido a la compleja y variada cantidad de matices dentro de la composición en general. Un punto más para el prolífico genio italiano.


Llegado a esto, anonadado, gozando lo transmitido desde el MET en el CC200, un gran Otelo, interpretado magistralmente por el tenor Aleksandrs Antonenko, quien marca un hito al asumir este personaje, con su piel, "como va", sin el característico color "negro" que históricamente ha "exigido" el personaje desde hace 124 años, sino al natural, el cual se planta con todo, y en ello, no pierde un ápice de aplomo y coraje para dejar ver un muy matizado y elaborado "moro" de Venecia, llevando al espectador a niveles de emotividad verdaderamente gozosos. Churriguresca la emoción pero, vamos, ya entregados, dejemos que la víscera reine en este espectáculo.


¿Y Yago? Vaya que interpretaciones como esta, nos hacen pensar que haberle puesto así, el título de este infame instigador, le hubiera hecho justicia, ya que desde un principio, desde que se le ve en escena, impresiona la fuerza que el barítono Zeljko Lucic- quien toma las riendas de un muy particular Yago-  le imprime a su interpretación, diseccionando nota a nota, gesto a gesto, a este maquiavélico personaje que con mucho posiblemente superaría la imaginería, que seguramente el propio Shakespeare tuvo de él. Excelente y bizarro el tipo, sin más alharaca y dejando fluir lo más canallesco del ser humano en él ejemplificado.


La soprano Sonya Yoncheva, guapa, hermosa y con una presencia que mueve ángeles y hormonas, lleva el papel de Desdémona por esa parajes donde la sutileza no tiene límites; donde la inocencia toma grados paradisíacos y que atrapa y envuelve no solo con su presencia, sino con la vital y conmovedora interpretación de esta mujer a la cual la insidia e ignominia infringida por Yago, colocarán en la muerte misma por mano de su propio amante y esposo, como bien marca la trama del bardo inglés.

Bajo la batuta del joven director de orquesta Yannick Nézet- Séguin, está majestuosa producción de Sir David Mc Vicar, alcanza momentos tan bien logrados, que uno no puede evitar seguir paso a paso todas y cada una de las notas que se van estructurando dentro de este verdadero arsenal de emotividad lírica en que se va construyendo esta tragedia, insisto, y hago énfasis: majestuosa y fenomenal.

Quizá andaba emotivo ese día. Pero es rico y gozoso tener catarsis con estas manifestaciones que elevan a niveles sabrosos e inolvidables. Final apoteótico, finamente llevado como se mantuvo toda la obra, tejiendo a plenitud una ópera, que, quizá para unos exageró la nota, para otros -o para mí- fue una gloria disfrutarla.

Sin duda, una de las presentaciones cumbre de este naciente recorrido por la temporada 2015- 2016 de la Ópera en Vivo desde el MET de Nueva York, en el Centro Cultural Universitario Bicentenario (CC200).

Próxima proyección:
Tannhäuser / Wagner
31 de octubre / 10:00 horas.
Duración aproximada 4:31 horas.
Compositor: Richard Wagner.
Libretista: Richard Wagner.
Director de orquesta: James Levine.
Cantada en alemán.

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BUILT TO LAST... ¿o el caos inconexo hacia otra comprensión dancística?

Texto y fotos: Juan José Campos Loredo
Twitter @JuanJoséCampos


BUILT TO LAST, Meg Stuart/ Damaged Goods and Munchner Kammerspiele,
Centro Cultural Universitario Bicentenario UASLP (CC200).
 Foto: Juan José Campos Loredo/ Lumen flujo cultural de San Luis Potosí
¡Horroroso¡ Ese fue mi comentario una y otra vez al salir de lo presentado en el CC200 de San Luis Potosí… y bueno, hubo que dejar pasar las primeras impresiones para aminorar las sensaciones y buscar respuestas, para dialogar con lo visto, para flexibilizar y aperturar  el hecho. Las preguntas: ¿Cómo hablar de BUILT TO LAST (Construido para durar), sin pensar que se cae en prejuicios baratos? ¿Qué decir de este espectáculo que provocó severa molestia, enojo en varios, placer en algunos, complacencia -con reservas- en muy pocos y condescendencia en muchos más - es Meg Stuart, una verdadera grande de la danza  contemporánea, no hay que ser tan duros- se decían? Una “pifia”, catalogamos otros...
Los cuestionamientos se escuchaban: “¿Peca uno de ignorante en extremo”? Se decían algunos espectadores tratando de comprender lo que habían visto… “¿lo abstracto tiene que ver con la poca o nula comprensión de lo que vemos?”, me dijo otro al oído, no sé, si con la pena de ser escuchado y quedar mal ante alguien…
Queda claro que si lo que esperábamos ver, era lo que puede comúnmente verse en los últimos festivales de danza Lila López, faltos de total rigor y suma ligereza en sus propuestas, esta coreografía nada tiene que ver con eso. Es Meg Stuart, no debemos olvidarlo.


BUILT TO LAST, Meg Stuart/ Damaged Goods and Munchner Kammerspiele,
Centro Cultural Universitario Bicentenario UASLP (CC200).
 Foto: Juan José Campos Loredo/ Lumen flujo cultural de San Luis Potosí
No creo en la danza contemporánea como mero concepto de ver un cuerpo acoplarse a la música per se, sino que trato de entenderla, de descubrirla cada vez, como aquello que a partir de la indagación del concepto del movimiento, explora en las infinitas posibilidades de este. Y a partir de ahí, la utilización de distintos elementos que puedan generar signos (que no sentido) en el intento de elaborar un discurso que permita acrecentar nuestras experiencias y percepciones en torno a este arte maravilloso. Y ahí es donde creo que la propuesta de Meg Stuart presentada en San Luis Potosí (antes en la Cd. De México), nos mueve en el límite de la cuerda floja entre la creatividad y la aparente mera ocurrencia.
BUILT TO LAST de la coreógrafa estadounidense Meg Stuart con Damaged Goods and Munchner Kammerspiele, estrenada en 2012, es sin duda, uno de sus trabajos donde la indagación e investigación está presente en muchas formas. Ya de la utilización del espacio como escenario meramente convencional, que en su extraña saturación y desorden, desestructuran e inquietan, no para- según vamos enjuiciando los espectadores- dejarnos indiferentes. Viene la creación de situaciones que buscan ser construidas a través del movimiento, en los linderos de lo que aparentemente el bailarín (en este caso 5), proponen y se les deja fluir hasta lo muy delimitado de las acciones enmarcadas por la coreógrafa, como elementos obviamente primordiales en búsqueda de sintonía con los mínimos elementos escenográficos. La partitura (o dramaturgia) musical -autoría de Alain Franco- reconstruida por un bagaje de temas orquestales que van desde la apasionada violencia del alemán  L. V. Beethoven, la densidad romántica del ruso  Sergei Rachmaninoff,  la atonalidad del austriaco Arnold  Shonberg hasta llegar a los acontecimientos “estocásticos” o indeterminaciones sonoras  de la obra del francés Iannis Xenakis, buscan ser la piedra angular de este proyecto creativo.


BUILT TO LAST, Meg Stuart/ Damaged Goods and Munchner Kammerspiele,
Centro Cultural Universitario Bicentenario UASLP (CC200).
 Foto: Juan José Campos Loredo/ Lumen flujo cultural de San Luis Potosí
Escenografías y elementos que, como otras de sus obras, parecen sacadas de un onírico universo infantil. En este caso, destaca aquí un dinosaurio de cartón armable, así como un módulo multifuncional que igual permite proyecciones en su interior sobre nuestros entornos cotidianos de las grandes urbes, como trasladar a los ejecutantes de un lugar a otro del escenario, siendo un momento cumbre, cuando una de ellas, de pie, en la parte alta de éste, es movilizada por el resto de los “bailarines” (cosa curiosa, hubo espectadores que no se animaban a llamarlos de esa manera), combinando una verdadera y única “danza” entre la estructura y los móviles planetarios que colgaban del  centro el escenario en uno de los momentos más bellos aquí rescatados.
¿Que es un recorrido por la historia de la danza? ¿Un estudio desde lo prehistórico, lo primitivo de nuestros movimientos hasta transcurrir distintos estadíos de nuestro ser histórico- donde incluso se permite mofarse de lo que se definió como “Danza”, en la impostación de la "Danza Clásica" como única forma de ver este arte, idea lastimosamente vigente hasta nuestros días-,  llegando al pensamiento de plenitud al compaginarnos con el universo que oscila en nosotros? ¿De ahí ese aparente caos? ¿De ahí esa incomprensión? ¿La sensación de meras ocurrencias? O bien, ¿Esas ganas de ensordecernos con el ensamblaje de temas musicales, todos claramente de transición en la historia de la música –Del Bethoveen clásico, padre del romanticismo a uno de sus últimos y más destacados herederos como lo fue en el siglo XX, Sergei  Rachmaninoff, y de ahí, a la desestructuración de las convenciones musicales de Arnold  Shonberg  y Xenabis-  en una confrontación sonora que insiste en la conexión y desconexión de nuestra memoria? ¿Eso nos plantea la gran Meg Stuart?
Puede ser. Y desde esta perspectiva, el asunto pasa de un tipo de “horror” a uno más serio y severo que afecta nuestra apreciación “común” sobre la danza.


BUILT TO LAST, Meg Stuart/ Damaged Goods and Munchner Kammerspiele,
Centro Cultural Universitario Bicentenario UASLP (CC200).
 Foto: Juan José Campos Loredo/ Lumen flujo cultural de San Luis Potosí
¿Qué es lo que hace chocante, fastidiosa, un aparente chiste de mal gusto para con la danza “Built to last”? ¿El desenfado de los intérpretes, el juego bufonesco de intentar transitar este juego desde lo muy lúdico a nuestro intento de encontrarle “el lado serio”, el sentido al asunto? ¿Porqué parece no satisfacernos del todo (o francamente nada), “Built To Last”? ¿Porqué la aparente polémica en el público potosino ante lo ofrecido por Damaged Goods and Munchner Kammerspiele?
Un espectáculo de dos horas donde la premisa que expone la información sobre el evento, acerca del “El esfuerzo constante para mantenerse en pie revela la vulnerabilidad inherente; el título, Built to Last (Construido para durar)” parece para muchos, más bien el  esfuerzo de mantenerse no de pie los actantes, sino el esfuerzo de mantenerse uno sentado ante la incomodidad que genera lo que estamos observando. Sigue la información: “¿Es posible, hoy, seguir creyendo en los valores eternos y universalidad? Las cosas se construyen sólo para caer de nuevo, casi de la misma manera que anhelamos constantemente redescubrirnos.” Y aquí le seguimos pensando. Puede ser cualquier cosa que uno quiera en su abstracción, pero envolver todo en valores y universalidad, es cosa para pensarse. Pero, cómo todo acto creativo, en efecto, si hay algo de eso (o mucho) en esta propuesta coreográfica.


Meg Stuart
Meg Stuart junto a Damaged Goods and Munchner Kammerspiele, plantea dudas y las respuestas parecen ser tan evidentes y claras que nos chocan: la danza en este siglo XXI, es un ente amorfo que no encuentra su propia definición. Como el arte mismo. De ahí su revisión desde el caos que enfada. Y así parece ser, lo visiona la coreógrafa norteamericana radicada entre Alemania y Bruselas.  Si ya TODO está dicho, TODO se ha bailado, nos muestra este juguete escénico- histórico con sus entes confundidos en escena, que sacuden y confrontan, ¿cómo seguir construyendo las formas, los discursos para la danza?. Un trabajo que no cae en la llana empatía con el espectador. Que hace que unos abandonen la sala con desaprobación ante lo incomprensible. Que otros mentemos madres ante lo que parece una vulgar burla escénica. Que la saturación de lo sonoro no sea lo que nos cause animadversión como mal plantea la reseña, sino la forma “llana”, “inconexa” con que aborda su investigación apelando a la creatividad de un discurso cuasi dadaísta…pero que valorado en el contexto, en la vigencia de nuestros días, termina siendo congruente, aunque nos pese decirlo.
Y si desde la mirada dadaísta se plantea el caos del mundo, de nuestra historia, de nuestros valores del arte en el milenio del aislamiento y el hiper-individualismo,  aquí esto nos mete en problemas. Y si meternos en problemas es lo que quiso “Built To Last”, la puerta se abre en entornos nada positivos para lo que la danza debería decirnos en medio de lo sumergidos que estamos en el caos que apenas podemos comprender. Y ante esto, de pronto el discurso de Meg Stuart es significativo, es crudo…y necesario.


BUILT TO LAST, Meg Stuart/ Damaged Goods and Munchner Kammerspiele,
Centro Cultural Universitario Bicentenario UASLP (CC200).
 Foto: Juan José Campos Loredo/ Lumen flujo cultural de San Luis Potosí
Cuando dije al finalizar el evento a más de uno, que vimos lo “horroroso”, lo decía por el espectáculo,  pero… ¿fue así? ¿No fue acaso que la “no danza”  de Damaged Goods and Munchner Kammerspiele, nos espejeó las pre-concepciones que de la danza contemporánea ya nos hemos configurado? ¿Dónde hay que situarnos ante esto? ¿Qué discursos tienen que elaborarse para replantearnos el aquí y ahora de la danza contemporánea? Meg Stuart no es ninguna improvisada, es un insulto lo pensemos así de esta veterana, eso lo sabemos. Los “espejitos” pueden venderse desde el prestigio y las relaciones para que este espectáculo siga girando desde Bruselas para el mundo, eso sin duda. Pero ver más allá no es sencillo, ver más allá de los universos comunes, no es nada sencillo…
¿Dos horas perdidas en el Centro Cultural Bicentenario vivenciando “Built to last” o bien,  muchas horas posteriores para entender o justificar lo injustificable?
Cada quien sabe. La reflexión está abierta.

BUILT TO LAST
Dir. Meg Stuart
Damaged Goods and Munchner Kammerspiele
Presenta: División de Difusión Cultural UASLP, Goethe- Institut Mexiko y el Centro de las Artes de San Luis Potosí.Jueves 12 de noviembre, Centro Cultural Universitario Bicentenario UASLP
San Luis Potosí, S.L.P.
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EL TROVADOR DESDE EL MET EN EL CC200… Anna Netrebko y Dimitri Hvorostovsky, un duelo glorioso.

Por Juan José Campos Loredo
twitter @juanjosecampos

La División de Difusión  Cultural de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, dio inicio a su 5ª. Temporada de Ópera en Vivo desde el Teatro Metropólitan de Nueva York con la proyección de El Trovador (Il Trovatore), del prolífico italiano Giuseppe Verdi (1813-1901), con libreto de Salvatore Cammarano basado en el drama El Trovador de Antonio García Gutiérrez, ópera que se estrenó en el teatro Apollo de Roma, Italia, en el año de 1853.

Con las actuaciones estelares de la soprano Anna Netrebko en el rol de Leonora, la mezzosoprano Dolora Zajick como Azucena, el barítono Dimitri Hvorostovsky  interpretando al Conde Di Luna y el joven tenor Yonghoon Lee en el papel estelar del trovador Manrico, todos bajo la dirección orquestal de Marco Armiliato bajo la producción de Sir David Mc Vicar, en una producción que en lo escenográfico se mantuvo finamente sobria, lo que permitió el claro disfrute del escuchar a los interpretes sin distracciones, dándoles el protagonismo necesario, dejando de este clásico del Bel Canto deja un emocionante sabor de boca para los muchos asistentes que acudieron al Centro Cultural Universitario Bicentenario el pasado  3 de octubre, en su mayoría, cabe señalarlo, espectadores rondando la tercera edad. Pocos a casi nada de jóvenes en este evento. De llamar la atención.

Estructurada en cuatro partes (El Duelo, La Gitana, El Hijo de la Gitana y La Ejecución),  esta ópera es ambientada originalmente “en el norte de España a principios del siglo XV, durante la prolongada guerra civil” situación que se comprendía “como una especie de esquizofrenia de la sociedad, en la que los individuos eran fácilmente corrompidos, tanto física como psicológicamente por destinos inesperados y conflictos de lealtad”, la producción del MET ubicó la acción durante la llamada Guerra Peninsular o Guerra de la Independencia Española que tuvo lugar entre los años 1808- 1814, cuando España y sus aliados luchaba enconadamente contra las fuerzas napoleónicas.


La trama aborda la terrible acusación de la que es objeto una gitana, de hechizar al hijo de un conde, y que siendo inocente, es condenada a la hoguera, donde en agonía, pide a su joven hija, Azucena, vengue su muerte. Esta última, secuestrará a uno de los hijos del Conde y en medio de la locura, arrojará al fuego por error a su propio hijo, haciéndose cargo del pequeño Manrico, hijo secuestrado al conde, quien asume el papel del infortunado asesinado por mano de la infortunada Gitana. El Conde Di Luna, quien ha prometido a su fallecido padre, encontrar al hermano perdido, al cual hasta el último momento creyó vivo, vive no solo ésta angustia y deseo de venganza, sino de igual manera, su propio drama de celos, por la pasión enfermiza que le genera Leonora, la misma que se ha enamorado de Manrico, rival de Di Luna en el frente de batalla y ahora de amores por Leonora.  En un encuentro entre estos, librarán una batalla donde Manrico perdonará la vida a el conde, preso de una extraña inquietud que contará a su madre. Azucena, aprovechando esto, confesará su tragedia a Manrico y este a pesar de saberse no hijo de la gitana, le guarda amor y lealtad. Enterado que Leonora ingresará a un convento creyéndolo muerto, va a rescatarla, teniendo un violento nuevo encuentro con el conde, quien verá como el joven huye llevándose a Leonora sin poder hacer nada al respecto. Azucena será más tarde atrapada por el ejército de Di Luna y condenada a la hoguera, dando pie a que Manrico vaya a su rescate, siendo capturado y encarcelado a la espera de su sentencia de muerte. Leonora ofrecerá su vida por salvar al trovador, brindándole su fidelidad al conde, tomando a espaldas de este, un poderoso veneno. Ella fallecerá en brazos de Manrico quien le ha cuestionado su falta de lealtad y ante su muerte, el arrepentimiento de este al entender la causa del sacrificio de su amor, situación que al percatarse el Conde Di Luna, lo llevará a condenar de inmediato a muerte a Manrico, quien morirá al tiempo que la gitana Azucena revela al conde que el trovador era su tan buscado hermano.


Esta ópera de Verdi puede uno verla o escucharla una y otra vez y siempre tiene su grado de fascinación. Pero aquí, la conjunción de un elenco encabezado por la hermosa soprano rusa Anna Netrebko marca una pauta siempre impresionante. Siendo la cantante más prestigiosa hoy en día, la también ciudadana austriaca desde 2006, lleva este papel  a niveles de interpretación gloriosa. Tanto su “Che piu t arresti?” como su impresionante interpretación de  “Tacea la notte plácida” dejan sin aliento para luego cerrar con ese gran alarde vocal que juega sin miramientos en “Di tale amor, che dirsi”. Una escena segunda de la primera parte que llena a plenitud la Natrebko, en este rol tan afianzado en ella.


Las palmas de la ópera en general se las lleva el también ruso, Dimitri Hvorostovsky , barítono quien sin piedad, lleva la su papel del Conde Di Luna a niveles soberbios desde su primera aparición en la tercera escena del segundo cuadro de la Parte I, con “Tacce la notte” con una increíble facilidad para ampliar los graves a gusto y placer no solo de él, sino de quienes arrobados lo escuchamos y no podemos creer el nivel de entrega sin sudar ni acongojarse, cosa que lleva a su máxima plenitud con “Il balen del suo sorriso”  apenas iniciado el segundo cuadro de la Parte II, cosa que hace que uno se quiera poner de pie, pero, bueno, la contención del público en esta y otras partes es más que visible en una experiencia que se disfruta en una pantalla grande y que ciertamente contiene las explosiones de emoción del espectador.


La mezzosoprano estadounidense, Dolora Zajick, especializada en la obra verdiana y considerada una de las máximas exponentes en el registro mezzo, no deja lugar a dudas como Azucena, la gitana caída en desgracia y que es uno de sus personajes clave de su repertorio operístico el cual ha interpretado por casi 30 años, muchos de ellos en este mismo escenario del MET. La terrible confesión sobre la muertes de su madre y su hijo a Manrico, venida en las estremecedoras  “Soli or siam!” y “Condotta ell´era in ceppi” en la escena 5 del primer cuadro de la Parte II, son perfectas y sobrecogedoras, interpretadas con maestría indiscutible por parte de la mezzosoprano Zajick cerrando con la dolorosa “Si, la stanchezza m’oprime” del final en el segundo cuadro de la Parte IV.


El aún joven tenor surcoreano, Yonghoon Lee, asume el rol del famoso trovador, donde se le advierte un tanto inseguro durante la primera parte, donde no termina de convencer siendo literalmente devorado por el fiero Hvorostovsky  y la poderosa Dolora Zajick y cordialmente apoyado por Anna Netrebko en sus primera apariciones.  Será hasta el cierre de la Parte II, en “E deggio, e posso crederlo”, en el tumultuoso secuestro que hace de su amada Leonora ante la colérica presencia del conde, que Manrico en la voz de Lee se hará palpable, llegando a plenitud en “Ah! Si, ben mio” del segundo cuadro de la Parte III logrando la soltura suficiente para sobrellevar este reto pero que no termina del todo de concretar, aunque se aplaude su enorme entrega y esfuerzo.



Impresionante y hermoso el dueto entre Netrebko y Hvorostovsky en la Parte IV del primer cuadro “Udiste? Come albeggi” y “Mira, di acerbe lagrime” con dos intérpretes a plenitud que confirman una vez más que son un par fuera de serie y que donde estén, uno no debe perderlos de vista.

Y bueno, debe decirse, una gozosa y poderosa interpretación del coro del MET al clásico “Vedi! Le foshe notturne spoglie” que fascina y contagia la fuerza que aún, en nuestros días, mantiene esta ópera con la que las transmisiones en el Centro Cultural Bicentenario de la UASLP, dieron la bienvenida a esta nueva oportunidad de gozar lo mejor del genero para este 2015- 2016 con el agregado del poder ver el tras bambalinas, con entrevistas a los protagonistas donde resaltan modos y actitudes que generan buena sinergia y empatía para lo que uno presencia dentro de este valioso ejercicio de difusión, que se hace para los seguidores de la ópera- que no son pocos-  en tierras potosinas.  Enhorabuena por nuevo arranque de este proyecto de la División de Difusión de la UASLP.

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PRÓXIMA PRESENTACIÓN DE LA ÓPERA EN VIVO DESDE EL MET DE NUEVA YORK EN EL CC200:

OTELO, de G. Verdi (Nueva Producción)
Sábado 17 de octubre, 11:55 hrs.

General $150.00 Estudiantes $75.00















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