Por Juan José Campos Loredo

“Nuestro rostro expresa quiénes somos, mostrando miles de emociones. Es nuestra puerta al mundo sensorial, lo que nos permite ver, oler, gustar, oír y sentir la brisa. ¿Somos nuestro rostro? Katie Stubblefield perdió el suyo a los 18 años. A los 21, los médicos le dieron uno nuevo.
Joanna Connors/ National Geographic,
14 de agosto, 2018- 16 de junio 2020. (1)


1. “Mírate en el espejo. ¿Qué ves? La mayoría de nosotros responderíamos: «Me veo a mí».” (1)
Hay expectación. Los rostros reducidos en distintas proporciones de acuerdo al encuadre, en consonancia a los que han entrado al zoom, la plataforma más convenida para la presencia intermediada del acontecer escénico, “el telón transparente”, de nuestros días de pandemia. La curiosidad es grande entre muchos: la compañía Lagartijas Tiradas al Sol (2), creada en 2003 por Luisa Pardo y Gabino Rodríguez, son parte del serial “Mis documentos” (3), “programa creado y curado por Lola Arias (4), en el que artistas de diferentes orígenes exponen presentaciones de conferencias, basadas en investigaciones personales, una experiencia radical o una historia que las obsesiona en secreto”, nos dice la presentación textual del evento.
Siguiendo con este, En "Lázaro", la compañía teatral mexicana Lagartijas Tiradas al Sol reconstruye la historia de un actor que decide cambiar su rostro y nombre y convertirse en otra persona.” Esta es la premisa. Y aquí la invitación. Con varias puestas en escena y participación en una treintena de películas, seremos testigos de los retazos que se pueden armar sobre el compartir con UN ACTOR. Aparenta en primera instancia ser un ejercicio biográfico más; la tesitura para entender las razones que llevan -y crean- a la PERSONA que se vuelve PERSONAJE (valga la posible redundancia) y que, en esos acercamientos, uno parece nunca terminar de conocer. Ponerse la máscara de la representación sobre la máscara del Ser uno mismo.

2. “Vuelve a mirarte en el espejo. Piensa en lo que puedes hacer con esa cara.” (1)
Y aquí la pregunta: ¿Quiénes somos frente a los demás? Y más aún, ¿Quiénes somos ante nosotros mismos? No vale la simplicidad del tratar de zafarnos del intento de conocer a este personaje que es el actor, al mismo tiempo que deja ya de serlo. Tenemos al “personaje” ahora proyectándose sobre la pantalla. Tenemos a quien nos acota sobre su ser, además de quien sirve de narradora describiendo lo que sabemos, lo que podríamos y deberíamos saber para hacerlo parte de nuestro imaginario, de nuestra ficcionalidad. Él, está de espaldas a nosotros. Sabemos que es él, Gabino Rodríguez Lines. O eso creemos. Confiamos en la palabra de quien así lo afirma. Y creemos saberlo porque nos lo deja clara desde la apertura de la “acción” su “carnala”, Luisa Pardo. Pero podría no serlo. Es más. Durante la presentación, seguramente, tanto él, como nosotros, dejaremos de Ser. Y lo que seamos, será a razón de nuestra propia responsabilidad.
El indagarse uno mismo, es sin duda, un ejercicio del ego. Quienes nos dedicamos al teatro, sin duda, portamos ese ego cochino, obsceno, enfermizo peros altamente sanitizante, que en muchos se puede volver mitificable. Y mucho de eso es Gabino: un actor para mucho mítico, envidiado, cuestionado, pero de igual manera, respetado, admirado, adorado, amado, para otros. Nacido en 1983, a sus apenas 37 años, ha logrado mucho del éxito que esta idea mercantilista del éxito, se presume como lo inalcanzable. Eso es vacuo. Más allá de eso, es el sujeto creativo, disciplinado, curioso e indagador, enfant terrible de la escena mexicana que ha recorrido el mundo,  que se ha reconstruido en cada proyecto creativo; que se ha atrevido a cuestionarse y orientarse (y a desorientarnos) desde la escena y sus posibilidades de proyección (teatro, cine, radio, proyectos educativos) dejando los pensamientos y razones en el archivo necesario de cada proceso, en los bosquejos de su propia poética (5) y ahí, desde ahí mismo, se puede reconstruir el camino: desde las alianza de la vida cotidiana, los amigos que ahí están, los cómplices que le soportan pero que en el acto creativo y la generosidad que ahí esta´, le permutan a Gabino cualquier posibilidad y arranque en beneficio de las infinitas posibilidades que él puede generar.

3. “Vuelve al espejo una vez más. Contempla el portento que es tu rostro. Y ahora imagina cómo sería perderlo.” (1)
Aquí el chiste, es que, en la recreación de la vida de Gabino, llega un momento, en que al menos para mí, me importa poco Gabino. Y es natural. Y así debe ser. Su máscara que se desgaja en el retazo de afirmaciones y nimias denostaciones, de testimonios, de imágenes sobre la persona vuelta personaje, sino que me envía a cuestionar mi propia mascara y mi propia radiografía. Ese es el asunto. ¿Cuántas máscaras y rostros debemos descolocar de nosotros mismo a través del viaje pormenorizado de nuestras propias experiencias, nuestras propias vivencias para descubrirnos que OTRO pervive en silencio en nosotros mismos? “El OTRO es secreto, porque es el otro”, inquiere Derrida. Ahí la dolencia y el estupor: ese otro que no conocemos, ese que es, el que se ha configurado en las nuevas relaciones. O más bien, en la suma de relaciones. No necesitamos verlo. Solo lo escuchamos, porque es la conciencia de Él, la conciencia de nosotros, de todos los que le vemos y escuchamos.
Rasgar el telón que muestra el escenario cotidiano, esa pared de cuadros y libros para mostrarnos en el desgaje, otro espacio parecido, pero no igual. Porque Gabino ya no existe. Es un ejercicio simple, pero con una metáfora poderosa: Gabino se deja en el otro espacio del confesionario ante los visitantes del zoom para renacer en su propio LÁZARO, en ese ser, persona, sujeto e individuo y, por ende, PERSONAJE, nuevo y renacido para nuevos espacios de dialogo y creación.

Lázaro Rodríguez, otrora Gabino Rodríguez es el nuevo personaje que nos cuestiona nuestro propio confinamiento más allá de las pandemias. Es el actor que inicio a los 17 años de origen, desde los territorios mexicanos, y que después de cuatros lustros, volcó las presencias de lo autorefencial y biográfico en las biografías de cada uno de nosotros, de lo que nos compete como ente social, estructural en el andamiaje del sistema de relaciones, ya en lo extraterritorial.
La mirada y la narrativa que construye de Luisa Pardo y la mirada que nos mira sin vernos en su narrativa de reconstrucción. No nos interesa su rostro, aunque nos inquiete el no verlo. Y lo conocemos, ya lo hemos visto: ese rostro existe en sus varios rostros de sus varios personajes en la quinta esencia de sí mismo. Ese, después de un rato, ya no nos es necesario. Lo que importa es lo que se va conformando. Lo que importa es el espejo de ese rostro ausente donde configuramos nuestro propio -y de pronto-, desconocido rostro. Y la transformación no es implantando ese rostro sobre la piel, sino más bien, sobre las motivaciones, sobre las vísceras de lo trascendente donde quiera que eso pueda encontrarse. Y eso es lo complejo. La cuasi imposibilidad para lograrlo más allá de la mera máscara (“lo profundo, ama la máscara”, diría Nietzsche). Más allá del renunciamiento del personaje cotidiano que solemos ser cada día de nuestras vidas.

LAZARO es un documento que se vuelve experiencia inquietante, si rompemos la mirada del personaje al que hemos sido invitados a observar en la contradicción del no hacer la escena desde medialización, para encontrarnos con nuestra propia contradicción. Es una invitación a la perplejidad sobre la reconstrucción y el atreverse a mirarse sin pudor, con la arrogancia de la (in)sana autocontemplación. A la movilización de nosotros, cuales “Lázaros” no resucitados pero si resignificados, por encima de nuestras propias resistencias, o bien, asistiendo a la declaración inmortal (e inmoral) de nuestro propio confesionario convertido en manifiesto a la manera de Antonin Artaud: Soy Antonin Artaud / y si lo digo / como sé decirlo / inmediatamente / veréis mi cuerpo actual / saltar en pedazos / y reunirse / bajo diez mil aspectos / notorios / un nuevo cuerpo / con el que no podréis / olvidarme / nunca jamás”
Agradecemos el valioso apoyo de Paul Prager, para el enlace con este evento.
"Mis documentos" es una producción de Künstlerhaus Mousonturm con Lola Arias en coproducción con Kampnagel Hamburg, Kaserne Basel y Münchner Kammerspiele. Apoyado en el marco de la Alianza de Casas de Producción Internacionales por el Comisionado del Gobierno Federal para la Cultura y los Medios de Comunicación y respaldado por Hessisches Ministerium für Wissenschaft und Kunst en el marco de la iniciativa intergeneracional de desarrollo de audiencias ALL IN - FÜR PUBLIKUM JEDEN ALTERS.

La participación en el evento se lleva a cabo a través del software Zoom, mediante el cual el público puede ver la actuación en vivo, hacer comentarios e intercambiar visiones e ideas después. Al mismo tiempo, el programa también se puede seguir en la transmisión en vivo a través de My Documents - Share your screen!

My Documents: LÀZARO by Lagartijas Tiradas al Sol/ Luisa Pardo und Lázaro Gabino Rodríguez

https://www.youtube.com/watch?v=7mLNCBniDGI

1.- La nueva cara de Katie, un trasplante facial histórico

2.- Lagartijas Tiradas al Sol

3.- My Documents - Share your screen !

4.- Lola Arias Works

5.- Los cuadernos de Cinema 23/ No. 016 Esbozos: Gabino Rodríguez.


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