Por Juan José Campos Loredo

Previously on Clean Room…

En los dos primeros episodios de la primera temporada de “Clean Room” del creador Juan Domínguez Rojo, dentro de la  18ª. Edición de Tranversales, se sometió a los espectadores participantes a ser parte de las disquisiciones de una serie de personas distribuidas entre el público asistente al borde de las escaleras del área de danza del Centro de las Artes, con roles “perfectamente” definidos de su parte, para después de una hora pasar a la Caja Negra a ser conducidos a un ejercicio de introspección sacado de manual básico de actuación o de psicología Gestalt, para terminar saliendo con el sopor entre los huesos al ritmo de grupo de rock-fusión con los pocos balbuceando “qué viajesote” y los más preguntándonos que caraja tomadura de pelo fue esta. (http://lumenflujocultural.blogspot.mx/2015/08/clean-room-o-el-arte-de-dormirse-en-el.html) 

Advertencia: esta parte contiene spoilers. Puede saltarse a las conclusiones.

"Clean Room", Episodio1. Foto: Iván Cuevas.
PREFACIO.

A la llegada al evento, se hace entrega del programa de mano donde se narra lo acontecido en los dos primeros episodios según la perspectiva de quien ha observado los acontecimientos, el cual, cabe destacar, no es la misma que la que han vivido los espectadores. Al leer este breve documento de entrada, no puede evitarse la sensación de ser sometido a un ejercicio de toque orwelliano donde  el “Big Brother” que coordina esta experiencia, sin hacer presencia al momento en ella, observa desde algún punto las reacciones de estos sujetos que se convierten en parte conejillos de su experimento social. La narraturgia que construye a nivel de lo escrito en este documento que se entrega, así como la imagen visual que la acompaña, dan visos de estar al día y momento de lo que la situación aparentemente amerita.  Aquí uno pasa de sentirse involucrado más que en una Serie de formato convencional a un Reality donde cual Truman Burbank  (Truman Show, Peter Weir, USA, 1998), se le observa desde un gran estudio de televisión (en este caso, “teatral”), por un avorazado productor pendiente del raiting, quien estructura lo que acciona y desde ahí, realiza el registro para dar seguimiento a la generación de lo que podrá estructurarse para la acción posterior. A diferencia de un reality en su formato más comercial, aquí se envuelve en una tesitura de un experimento social donde son puestas en juego las emocionalidades del sujeto experimental que sabe, que alienta su curiosidad, hacia cualquier cosa que pueda pasar.  Y esa disponibilidad es buena, para aquellos que decidieron no cancelar la temporada pese al muy bajo nivel de los dos capítulos iniciales.

EPISODIO 3.

"Clean Room", Episodio 3.
Foto: Juan José Campos Loredo
Concentrados en el mismo sitio de los anteriores "episodios" y después del llamado a bloquear o apagar celulares, se nos dirige hacia otra zona del Centro de las Artes, ahora la sala de presentaciones del área de Música donde se han colocado medio centenar de sillas, en pares, unas frente a otras, distribución que dibuja una figura serpentina sobre el espacio. Enseguida, la voz femenina ya conocida del episodio dos, da la bienvenida y destaca que en dicho lugar, se recluían a presos de alto nivel de peligrosidad y el cual ahora los sonidos y la diversidad musical lo han adoptado de otra manera. Enseguida procede a lanzar preguntas, una tras otra, de muy diversa índole y temas muy variados pasando de la vanalidad a lo extremadamente cotidiano e incluso existencial. Uno podrá reflexionar sobre dichas preguntas de manera intima o bien animarse a indagar y compartir con la persona (o personas) que se tienen tanto enfrente, o a cualquiera de los costados, lo que llevara a diferentes modos reacción y respuestas infinitas como los participantes se permitan. Las preguntas “detonadoras”, abren otras posibilidades. Fin del Episodio 3.

EPISODIO 4.

"Clean Room", Episodio 4.
Foto: Juan José Campos Loredo
Los participantes son ahora, trasladados a otro lugar, un espacio de altura amplia, donde se han distribuidos varias mesas, cada una para cuatro personas, cuyos manteles blancos hacen destacar en cada centro, una pequeña vela encendida, unas copas y una botella de vino tinto. Los lugares se ocupan de manera aleatoria lo cual da pie a que quienes coincidan en este espacio puedan o no conocerse de antemano. Las circunstancias invitan a  hacer uso de lo que ahí se pone: se abren las botellas, se sirven y se brindan las copas por la experiencia de estar, de coincidir, de cualquier cosa que pueda venir. La aparición de cuatro jóvenes meseros roba la atención y más aún, al dejar ellos, una tarjetas que invitan a intercambiar el objeto que se solicitó en el capítulo anterior cuyas características fueran su significación personal y que se pudiera uno deshacer de él, al compartirlo con el otro. El intercambio da pie a conocer las historias, el origen de cada objeto. La aparición en algunas ocasiones más de los jóvenes que atienden, pero en cada momento, ya con un platillo cuasi efímero de exquisitas características o bien con nuevas tarjetas que contienen nuevas preguntas detonadoras, como en el capítulo anterior, extienden la charla, las experiencias, haciendo la vivencia agradable, enriquecedora. Razones personales me obligan a salir antes de que se marque el fin del episodio, pero no es necesario, en lo aleatorio de las circunstancias, para mí, aquí, este es el fin del episodio 4.

CONCLUSIONES:
 
"Clean Room", Episodio 4.
Foto Juan José Campos Loredo

Contrastes del Centro de las Artes y del arte por el arte mismo: tomar vino tinto en una bien orquestada ambientación dentro de un Centro donde se da una manifestación por los derechos laborales y los pagos salariales retenidos, vuelve esto una extraña contradicción entre lo que sí se tiene para un ejercicio parateatral donde se puede brindar a gusto y placer en un entorno clase mediero y de aburguesamiento más que abigarrado y el de aquellos que se muestran en las puertas de este centro en exigencia de lo que creen les corresponde pero que no se les da un espacio de tanta proyección como este. Bueno, "esto es arte. aquello es grilla pura", dirán los directivos del Ceart. Pecata minuta de este “Clean Room” en su episodio 4 donde sin duda, a falta de solidaridad social, la producción amplió recursos, y más que manual de actuación, puso ahora en práctica algún manual de motivación e interrelación propio de un ágil y bien formado departamento de recursos humanos y experto en trabajo de grupos venido de cualquier compañía o empresa transnacional. Cosa nada mala en sí. Concientizar las experiencias, de apariencia cotidianas es, curiosamente, una forma no de brindar historias preconcebidas per se, sino construirlas, escucharlas, vivirlas y disfrutarlas. Saber que al venir a una “puesta en escena”, se invita a la renuncia de ser mero espectador de otra cosa y ser parte de la cosa que se muestra, es algo valioso, interesante.

Repaso los postulados que dicen justificar este ejercicio en general según su creador para esta primera temporada de “Clean Room”: un intento por cambiar los parámetros de la performance en vivo a través de procedimientos de las series de televisión, tales como: 1. Extender en el tiempo el desarrollo de los contenidos,  2. Generar lealtad en los espectadores, 3. Entregar los episodios periódicamente y 4. Crear tensión entre la repetición y lo nuevo.” Al momento, confieso, estas pretensiones no me quedan claras. Parte de la idiotez o ignorancia de uno, vaya usted a saber, pero lo que si me queda claro es que entre lo fallido de los dos primeros episodios como experiencia y lo regular del tercero, este y el cuarto destacan por la utilización de detonantes, pero ahora en la riqueza que dan las preguntas, cuyo corazón de ambos episodios se favorece por su carácter mayéutico, que invita a la relación. Cumpliendo elementos de disposición espacial, distribución, elementos que provocan (sobre todo en el cuarto episodio), lo convivial de la experiencia, el darse cuenta que el otro está y se está en el otro, ayuda y vienen siendo poco relevantes los parámetros donde según el creador se sostiene su visión de esta experiencia. De serie televisiva tiene poco. De serialización de experiencias para amalgamar la  convivialidad, más allá de si es tipo serie de televisión o no, puede ser más clarificador, más justo y menos tramposo para las expectativas del espectador. Aquí la lealtad, puede ser posible y abrir espacios para otros futuros. O en una de esas, ampliar los conceptos, el conocimiento sobre el medio fuera de prejuicios como diría el filósofo francés Giles Lipovtsky: “Necesitamos tener una lectura más compleja de la televisión y ver que la seducción puede ser el instrumento de una personalidad social más grande. Es decir, de consolidación de la era democrática, independientemente de los problemas específicos con que se tope la cultura.

Habrá que ver en que termina este domingo 30 de agosto, con los dos últimos episodios de esta primera temporada.

Clean Room. Concepto y Dirección: Juan Domínguez (http://juandominguezrojo.com/). En colaboración con: María Jerez y Sara Manente. Asistente Artístico: Alice Chauchat. Vestuario: www.potipoti.com. Diseño web: Thomas Lobjoie. Jefe de Producción: Christian Modersbach. Asistente de Producción: Michael Stuetz. Producción: Juan Dominguez. Coproducción: Hauptstadtkulturfonds Berlin, BUDA Arts Centre Kortrijk. Con el apoyo de: Tanz im August y sommer.bar (2011)


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