Por @juanjosecamposL
juanjosecamposloredo1@gmail.com
“Lo que no entiendes es lo que no es aparente,
lo que está detrás de las cosas”.
José Agustín


No es guasa. Hay montajes que uno verdaderamente no sabe qué decir, más cuando es una obra seleccionada para ser representada en el 14º. Festival de Monologos “Teatro a una sola voz” y uno no entiende cómo se filtró esta “LLUVIA, CIENTO SESENTA LETRAS PARA VOLVER A EMPEZAR”, de la autoría de Alejandro Rodríguez, quien también actúa este montaje bajo la dirección de la especialista en teatro infantil  y juvenil, Susana Romo, para la compañía Paralelo Teatro, oriunda de Guadalajara, Jalisco, en un ejercicio escénico pletórico de lugares comunes, referencias forzadas y una cuestionable estética teatral que se presentó en el quinto día de dicho festival, en el Teatro Polivalente del Centro de las Artes de San Luis Potosí. 

Vamos por partes.

“Lluvia…”, nos plantea un recorrido de un joven, Ulises, (no el de Ítaca, sino el de Guadalajara), desde su infancia a finales de los  años ochenta hasta el presente, todo ello enmarcado en una incipiente historia amorosa con un personaje llamado “Lluvia”, la cual será el motivo de encuentros y desencuentros, en la construcción de un amor que se antoja deberá ser “eterno e inolvidable”.

Durante este recorrido de vida,  “por las calles de la ciudad (Guadalajara), (de) su infancia en un barrio popular”, el paralelismo entre el nombre de la protagonista, Lluvia- el ideal platónico-, y el estado climático- ya físico como emocional- que circunscriben varios de los momentos, son los leit motiv que llevan de la mano por la historia de este país, los principales acontecimientos políticos desde el inicio del salinato en 1988, pasando por el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, la crisis económica conocida como “El error de diciembre” del 94, el triunfo foxista del 2000, el atentado terrorista a las Torres Gemelas en 2001, llegando hasta la marcha y fuerte represión de  altermundistas precisamente en la capital jaliciense, el 28 de mayo de 2004; el inicio de la guerra calderonista y la desaparición de los 43… y si, “todo cabe en un montaje…” si se supiera acomodar. La idea no es mala. Es encomiable acercar al público- sobre todo al público joven- a esos puntos de la reciente historia de México que sin duda nos han trastocado  intensamente. Pero el intento queda a deber en algunos puntos.

Por otro lado, uno no deja de ver una curiosa correlación en esta estructura narrativa con la idea principal de aquella novela de Winston  Groom, “Forrest Gump” y popularizada exitosamente en la cinta de 1994 del director estadounidense, Robert Zemeckis: el viaje por la historia estadounidense que afecta desde la infancia al protagonista, Forrest, misma que camina de lado a una historia de amor cuya cita con el destino nunca llegó.

Y ahí la incomodidad de toparse de pronto con “la originalidad” de una idea parecida del texto escrito por Alejandro Rodríguez. Daria igual, a fin de cuentas, que el personaje que plantea Rodríguez, nada tuviera que ver con el de Groom (no lleguemos a tanto), pero la mera referencia cronología- historia- amor- destino que se plantea en “Lluvia…”, como experimento dramatúrgico pudo haber salido del trillado esquema y abordar más allá de la consabida (y sobada) historia amorosa.

Una puesta donde desde la música pop comercial de ochentas y noventas, peca de sumas obviedades que se regodean en ese exceso de referencias históricas y populares de fácil identificación; que tratan de concatenar con la ya mencionada poco original “historia de amor”, logran hacer que uno nada más se retuerza en la butaca sin saber ya para donde fijar la atención. Claro que la intención seguro es la ubicación temporal y la empatía generacional, pero es tan directa, que, bueno.

Sumado a ello, el diseño espacial muestra un escenario atiborrado y burdo, saturado per se, circunscrito a más no poder por luminarias que poco dibujan una estética que enriquezca y que proponga, diciendo poco sobre lo narrado y si mucho, sobre sacar el “barco a flote”, en que de pronto se vuelve esta puesta en escena. Y qué decir del ya más que desgastado recurso de proyección de diapositivas…

Otra cosa: complicado empatar en este montaje, con un actor que por momentos parece intentar ser gracioso, sin negarle que ya, al final, se logra una conexión que permite ir llegando con un mejor ánimo a la resolución. Y si bien, el actor muestra una favorable condición física de su parte, que le permite ejecutar, algunas mínimas acciones que, físicamente sirven como recurso de resolución en ciertas situaciones, las coreografías que se dejan ver en algunos intros musicales, se muestran poco naturales, forzadas y en ello, pierden el ritmo del montaje en vez de enriquecerlo.

Extraña ver que esta propuesta esté incluida dentro de la selección de este festival. No sé si la historia planteada surja desde la construcción del biodrama del actor- dramaturgo, pero si me queda claro, que si así fuera y con las coincidencias de vida entre amor e historia que muchos podemos llegar a tener, pensar que la idea de nuestra vida podría ser reflejada tal como a la de aquel joven que corría de manera interminable, más allá de la historia, más allá de un amor inmortal, más allá de sí mismo, de aquel Forrest, es presumiblemente poco probable. Y porque lo obvio, lo evidente a los ojos, a los sentidos, deja muchas veces poco a la imaginación, a la concreción de nuevas ideas y nuevas posibilidades discursivas. Ya lo sugiere el epígrafe al inicio de esta nota.

Y ante este Úlises, que al final corre por las lluviosas calles tapatías, como corría aquel nostálgico Forrest por las calles de Georgia, lo único que se me antojaba aplicar para uno mismo al estar presente en esta  puesta, era emitir (y accionar en consecuencia), la frase inmortal de aquel filme de Robert Zemeckis: “Run, JuanJo, Gun!”. 

Pero me contuve. Me quedé. La vi. Y completita.


Foto: Luis/Caballo/ crónicajalisco.com
SUSANA ROMO
Directora, junto con Fausto Ramírez, de la compañía “A la Deriva Teatro”, desde hace varios años se especializó en este nicho artístico donde, además de desarrollar diversas producciones, ha generado un espacio para el entrenamiento y la pedagogía dirigido a los más pequeños.


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