Por Juan José Campos Loredo
@juanjosecampos

Mercedes Amaya. Foto: Kenia López
No había tenido oportunidad de asistir a un evento de flamenco, no al menos a uno de esta magnitud. No porque no me guste, sino que la oportunidad no se había dado. Y se dio un motivo que es por demás interesante: la realización del “Potosí Flamenco” Primer Festival de Flamenco en tierras potosinas organizado por la destacada academia promotora de este arte, Luna Cabal con el apoyo de la empresa cultural Akais Chindos, quien se dio a la tarea de encabezar este valioso esfuerzo y que durante tres días, a través de talleres que abarcaban distintos aspectos de este universo dancístico, decidió culminarlo con una gran gala presidida por la bailaora Mercedes Amaya y el argentino Sebastián Sánchez, quienes sencillamente electrizaron junto a sus músicos en vivo, los cantaores Jesús Corbacho y Cachito Díaz, el potente músico Héctor Aguilar a cargo del Cajón de percusiones y las poderosas guitarras de Víctor Márquez "El Tomate",  Santiago Aguilar, Luis Santiago "El Tati" y Awar Miranda y las bailarinas de la Compañía Sebastián Sánchez, a los muchos concurrentes del pasado miércoles 13 de enero en el coloso de Villerías, el majestuoso Teatro de la Paz. 

Foto: Félix Vázquez
El entusiasmo no pudo ser menos. Uno luego  no imagina -o medio imagina- lo que puede ver en este tipo de espectáculos, pero no sabe a ciencia cierta a lo que ello le puede llevar. Desde su aparición, desde las primeras notas de las tres guitarras y el cajón de percusiones en el escenario, la sonoridad ya decía que esto pintaba bien. La inclusión de los dos cantaores, cada cual a su turno, sirvieron de preludio para destacar la presencia, en primera instancia, de una Mercedes Amaya, mejor conocida como “La Winy”, quien sin piedad, arremetió sobre la duela instalada especialmente para esos pies en el escenario de este centenario espacio artístico y sin más, impuso el mando, la presencia, y esos guiños de sensualidad que ya no abandonarían la presentación por venir.


Foto: Felix Vázquez
Enseguida, Sebastián Sánchez, bailaor argentino, en apariencia medroso, taimado, nos hizo acariciar la duda sobre si su energía se empataría con la que recién nos había embargado con su compañera de esta gala, duda que fue barrida un par de números después por él mismo, teniendo como compañía a su cuerpo de bailarinas encarnadas en bellísimas jóvenes quienes de verse un tanto inseguras en un principio, al sumarse el argentino, fueron creciendo en conjunto, mostrando en los números que integraron la parte intermedia del espectáculo, una fuerza en crescendo donde destacaron no solo sus bellos vestuarios y accesorios como castañuelas, rebozos y lienzos, sino su maravillosa presencia y técnica indiscutible, que fueron impregnados de la fibra de pieles subyugantes que nos hacía como espectadores mantener la emoción al filo; para el cierre de cada coreografía, dejarla fluir y festejar la belleza y alarde de virtuosismo y entrega, que nos estaban brindando todos los que en este espectáculo intervenían.

Un Sebastián Sánchez que con garbo e impecable gallardía generaba momentos de despliegue y contención de un cuerpo que sacudía la escena, que vibraba a cada paso; a cada movimiento generando códigos con sus briosos taconeos, chasquidos, palmadas y donde el gesto y la seña inherentes, eran un bálsamo de libertad trasmitidos en cada sonoridad por el despojada.

Mercedes Amaya. Foto: Centro de Arte Luna Cabal
¿Y qué más decir de la grande y prodigiosa Mercedes Amaya? Una sacerdotisa en un ritual colectivo al paroxismo. Con un par de números al inicio, dejó el escenario tan vivo y con tanto calor, que bien supo hacer un espacio en el tablao, para regresar casi al final con un despliegue inaudito de recursos donde la sensualidad, la brutal conexión entre el rito y la vida, se vieron interconectados con esa magia difícil de traducir. Una bravura radicada en cada mirada y en cada gesto que demarcaban esos territorios donde ella era la dueña absoluta de cuanto universo ocurriera ahí: brazos surcando el deseo, manos que acariciaban a todos y cada uno, unos pies que se adueñaban de nuestros sentidos a cada impecable taconeo y un cuerpo que irradiaba la belleza que solo el arte del flamenco puede generar a quien se entrega, a quien se sueña e invita a soñar a través del arte.



Mercedes Amaya y Sebastián Sánchez nos impulsaron de manera natural de nuestros asientos en un rabioso aplauso de pie por varios minutos en reconocimiento a su soberbia actuación que nos acababan de brindar. Nos engancharon, nos enamoraron y nos llevaron, junto a su majestuoso equipo creativo a una de esas noches, como pocas, a vivir una verdadera experiencia de vida, de placer y de total pasión Entre Tierras. 

Impresionante inicio de año en el Teatro de la Paz. Vara muy alta para futuros eventos de este tipo.  Y Salud por ser realizado por gestores y creadores, quienes conocedores de sus anhelos y necesidades para con su disciplina, nos dan este botón de muestra de lo que debe ser con categoría, estos eventos, con ellos, más que  involucrados y especializados en su área, en su arte. Enhorabuena. Que venga con ansias y buena pasión, el POTOSÍ FLAMENCO 2017. 

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