Por Juan  José Campos Loredo.
"El alma, prisión del cuerpo."
Michel Foucault


Claudia Recinos lo sabe muy bien: hablar de personas en situación de cárcel es una deuda de la escena teatral con una realidad mexicana que muchas veces se ignora. Con una vivencia personal nada ajena a esta situación, la actriz, directora y productora tapatía, enfrenta con su proyecto escénico “Escena imprudente”, el abordaje siempre sincero de este tema, en la realización de la puesta en escena “Las estrellas en el castillo”, texto del dramaturgo Hasam Díaz Hierro con la actuación de Laura Araceli Gutiérrez Ibarra, quien da vida a la pequeña Úrsula, futura bailarina, con una muy agradable fluidez y empatía, en esta tercera obra -de siete-, presentada dentro del 14º. Festival Monólogos “Teatro a una sola voz” 2018, que se desplaza por diversos estados de la república mexicana y la cual realizó su parada en el Teatro Polivalente del Centro de las Artes de San Luis Potosí, festival que culminará el próximo viernes 27 de julio.


Úrsula, una pequeña niña que disfruta la cotidianidad con su padre de manera más que idílica, este, un hombre que gusta de envolverla en cuentos y actividades que fortalecen la unión con un cariño que se antoja, y que además de ella, nos hace partícipes de la convivencia con la presencia de la hiperactiva “Abu”, la abuelita y el hermano mayor, adolescente cuyas actividades de naciente “skater” y afecto videogame, enmarcan esta familia, donde se entiende (aunque no se explica) la ausencia de la madre, dejándonos ver el patrón donde el padre es el sostén en todos los sentidos de este modelo familiar.

Una “mala decisión” del padre- según él le confiesa a la pequeña niña vía una carta-, termina llevándolo a la cárcel -a un “viaje complejo”-, situación que trastocará totalmente a los integrantes de su familia y donde Úrsula tendrá que entender que una situación de tal magnitud, implica entender y reorganizar no solo la vida en común con el resto de los integrantes, sino más aún, la adaptación emocional (y “readaptación” social), de quien se ama y que ya no se cuenta con su cercanía como antes había sido. Y en ello, perdonar lo in-entendible para alguien a su corta edad.


Un montaje donde se agradece la pulcra dirección actoral, que bien sabe conducir Claudia Recinos sobre la talentosa Laura Araceli Gutiérrez Ibarra, misma que destaca recreando eficazmente a cada uno de los personajes que acompañan a la pequeña Úrsula, donde ella manipula por igual distintos juguetes y objetos que dan vida de manera entrañable a las distintas situaciones, así como un más que destacable trabajo de animación y multimedia asesorado por Meztli Robles y realizado por Sergio Núñez respectivamente, sobre un espacio escénico diseñado por Caín Coronado, quienes junto al diseño sonoro de Luciano Sánchez, logran embonar los ambientes y texturas para llevar de manera más que sutil, las emociones y vivencias que Úrsula va confrontando, frente a su dilema de reencontrar esas experiencias que con su padre en la cárcel, habrá que resignificar.

Una (a)puesta sencilla en apariencia, donde un relato simple se magnifica, da lugar a la reflexión profunda de lo que se tiene que enfrentar una familia con integrantes de esta, en situación de cárcel, en un país donde, ahora más que nunca, la posibilidad de tomar “una mala decisión”, ya debido a la precariedad que cada vez más nos orillan las distintas políticas de abandono social o bien, la despreciable inseguridad del  día a día, nos permite acercarnos y mirar de manera sensible este tema urgente de focalizar sin prejuicios, sin morbo que criminaliza (y revictimiza, reculpabiliza y discrimina sobre todo), ya, a quien está en ella, como a quienes le rodean. Y que sea dirigido a la comunidad más vulnerada como son los hijos, los niños, lo hace mucho más valioso e imperante de tomar en cuenta. En conclusión, una obra que debe verse y reflexionarse en familia no solo por su valor estético sino también, por su alto valor de compromiso social por hacer visible a un sector como lo son las personas en situación de cárcel y la de sus familias que les acompañan en este complicado “viaje”.


CLAUDIA RECINOS/ Escena Imprudente

Egresada de la Licenciatura en Artes Escénicas con orientación en Teatro de la Universidad de Guadalajara, titulada por excelencia académica. Ha colaborado y trabajado bajo la dirección de: Luis Manuel Aguilar “Mosco”, Marco Vieyra, Ángel Hernández, Noé Morales Muñoz, entre otros. Becaria del programa de Creadores Escénicos FONCA 2011, JALISCO A ESCENA en la categoría de Teatro Experimental 2014 y PECDA Jóvenes Creadores 2014. Ha participado en tres Muestras Nacionales de Teatro: El Matadero (creación colectiva) Inverso Teatro, 2009. Adiós Querido Cuco de Berta Hiriart, con A la Deriva Teatro, 2010. No Tocar de Enrique Olmos de Ita, con Escena Imprudente, 2012. Como fundadora de Escena Imprudente ha producido y actuado los proyectos: No tocar(2010), Invisible; documental escénico sobre la libertad(2012), Ser sus ojos (2015, Premio mejor producción MET Jalisco e invitada al Seminario de Teatralidades Expandidas 2016 Museo Reina Sofia en Madrid) y El secreto de papá(2016). Ha participado en diversos festivales de teatro para niños y jóvenes del país y ha sido cuentacuentos y tallerista del Museo Interactivo Trompo Mágico del Gobierno del Estado de Jalisco (2005-2008).Así como en el marco del 2do. Festival de Cine en Tapalpa 2014. 


Leave a Reply